Aprovecho minutos de tregua (con el tiempo y con la huelga) para contar aquí lo que parece ser la última locura de este año. Lo refiero aquí, porque en todos lados me he topado con falta de oídos para escuchar o con falta de interés, y yo como “golden retriver” brincoteando de un lado a otro emocionado.
He comprado un camión. Un camión de carga que data entre los años 1900 y 1917. Este camioncito trabajó para Cervecería brindando sus servicios por parte del Grupo Titán en las primeras etapas de las grandes industrias regias.
Por supuesto que se trata de un camión destartalado, viejo, oxidado, etc, pero gran parte de sus piezas son originales. Lo encontré en un baldío en estado deplorable cubierto de ramas. El sol del atardecer de ayer y la enredadera que invadía toda la cabina le daba un atractivo especial.
Todo sucedió con gran velocidad. Ayer se hizo la operación sobre una foja de doble uso (que por el otro lado lleva un entrenamiento para el izta) donde se acuerda la venta de “restos de camión”. Este camión pertenecía a Javier Garza, mismo que lo había adquirido de su amigo Gregorio Garza Benavides (serán regios?). Aquella operación fue un trueque a cambio de un antiguo carretón. Todo esto sin registro, como se acostumbraba en aquellos ayeres.
El buen Wicho me facilitó una grúa para el traslado, que culminó al cuarto a las diez de ayer.
Pues hoy está el camión en la oficina, recién notariado y todo. La idea es irlo arreglando poco a poco y dejarlo de nuevo funcionando. Se necesitarán muchas manos para pulir esta joyita, así que se extiende invitación abierta. Por lo pronto, hoy iremos a los jardines de Cervecería a degustar una de esas bebidas heladas que suelen preparar ahí y aprovechamos para ver algunos camiones similares que tienen exibiéndose.
Listo. Emoción liberada. Reitero a todos los lectores mis mejores deseos para los días venideros.
He comprado un camión. Un camión de carga que data entre los años 1900 y 1917. Este camioncito trabajó para Cervecería brindando sus servicios por parte del Grupo Titán en las primeras etapas de las grandes industrias regias.
Por supuesto que se trata de un camión destartalado, viejo, oxidado, etc, pero gran parte de sus piezas son originales. Lo encontré en un baldío en estado deplorable cubierto de ramas. El sol del atardecer de ayer y la enredadera que invadía toda la cabina le daba un atractivo especial.
Todo sucedió con gran velocidad. Ayer se hizo la operación sobre una foja de doble uso (que por el otro lado lleva un entrenamiento para el izta) donde se acuerda la venta de “restos de camión”. Este camión pertenecía a Javier Garza, mismo que lo había adquirido de su amigo Gregorio Garza Benavides (serán regios?). Aquella operación fue un trueque a cambio de un antiguo carretón. Todo esto sin registro, como se acostumbraba en aquellos ayeres.
El buen Wicho me facilitó una grúa para el traslado, que culminó al cuarto a las diez de ayer.
Pues hoy está el camión en la oficina, recién notariado y todo. La idea es irlo arreglando poco a poco y dejarlo de nuevo funcionando. Se necesitarán muchas manos para pulir esta joyita, así que se extiende invitación abierta. Por lo pronto, hoy iremos a los jardines de Cervecería a degustar una de esas bebidas heladas que suelen preparar ahí y aprovechamos para ver algunos camiones similares que tienen exibiéndose.
Listo. Emoción liberada. Reitero a todos los lectores mis mejores deseos para los días venideros.
1 comment:
FELIZ AÑO NUEVO.QUE NOS TRAIGA MUCHA FELICIDAD,SI?
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