Saturday, October 15, 2005

Highway

Ayer por la noche salí rumbo al Saltillo. Nada especial, solo labor de chofer. El clima era realmente malo, lluvia (de esa que deja el pavimentos como pista de patinaje), neblina y mucho tráfico. Partimos. Bastaron los primeros momentos de trayecto para descubrir la trama de muchos productores de cine en la que plasman el terror en la carretera (hasta ayer me parecía un trama bastante estúpido). Por todos lados camiones ataviados de cuantiosas luces de lo más variadas en color e intensidad, cual árbol navideño decorado en un estilo barroco o rococó tardío (rayando en lo churrigueresco). Algunas de estas luces bastante agresivas para una vista. Hubo momentos tensos, de no más de 60, guiados tan solo por los focos traseros de un trailer. Al final llegamos al destino.

Contemplaba volver ayer mismo, pero debido a las condiciones viales opté por dormir en “los pinos” (destino final, poco antes de llegar a saltillo). No iba preparado pero me pareció la mejor opción. No hubo cena, pero si el tradicional cigarrillo. Ayer fueron dos. Uno en conversación y otro disfrutando unos momentos con la bellísima Soledad (seguro la conoces). Su compañía es magnífica, aunque solo por momentos, pues llega a desesperar. La luna llena iluminaba a ratos los inmensos valles rodeados de pinos y con el “Jamé” medio cubierto de nubes como telón de fondo. Un fresco viento recorría el lugar recién mojado por la lluvia. Fueron momentos gratos.

Por la mañana, intenso frío ni modo no hubo más que titiritar por un rato. La carretera ya seca ofrecía una gran oportunidad de desarrollar altas velocidades. Pero no. El vehículo se resistía a pasar de los 120, al menos comenzaba a vibrar y rechinar sus hierros de manera amenazante. Los limpiaparabrisas, que ayer desobedecian a las órdenes del conductor y no detenían su febril actividad, hoy no querían trabajar a pesar de su inmensa necesidad, hasta que parecieron entender. La niebla apareció de nuevo pero ahora junto a los resplandores del amanecer que brindaban un buen espectáculo a la vista del viajero. El ipod, cortesía del negro (gracias negro, luego te lo devuelvo) amenizó el viaje y al fin Monterrey.

No comments: